miércoles, 16 de mayo de 2012

Se mueven millones de dólares en el Gran Poder

Si quieres bailar morenada tienes que tener platita”. El estribillo de la canción es cantado a voz en cuello y los bolsillos le dan la razón: Una pareja que integra alguna de las poderosas morenadas que participan de la Festividad del Gran Poder, en la ciudad de La Paz, gasta, cada año, hasta mil dólares para ser parte de la denominada “fiesta mayor de los Andes”.

La festividad católica del Gran Poder es apenas el detonante que desencadena una verdadera danza de millones en las calles de la ciudad sede de Gobierno. El economista Huascar Mantilla -que hizo su tesis sobre el efecto económico de esta fiesta- estima que genera un movimiento cercano a los 21 millones de dólares.

Las fraternidades, sobre todo las morenadas, son verdaderas empresas sociales que bailan con maestría en la economía capitalista, pero que cambian de paso, con gran soltura, cuando se trata de bailar al ritmo de la economía andina, la de las reciprocidades, esa en la que el billete es un invitado más.

“El pasante de la morenada invierte entre 10 mil y 20 mil dólares”, precisa Huascar Mantilla e insiste: “invierte, no gasta”. Los pasantes tienen en su entorno a organizadores y presidentes honorarios, quienes le ayudarán a ponerle ritmo a la fiesta de los billetes.

Si bien la fiesta alcanza su clímax en la víspera de la festividad católica de la Santísima Trinidad -que en esta gestión se celebra el 29 de mayo-, los morenos se ponen la careta mucho antes. Había pasado una semana desde el festejo por la llegada de 2010 cuando las fraternidades ya celebraban la “primera recepción”. Es la oportunidad en la que los nuevos pasantes y organizadores tiran la casa por la ventana, pues, su objetivo es el de atraer al mayor número posible de fraternos, lo que garantiza el éxito de la empresa. Cada fraternidad reúne entre mil y 1.500 integrantes al año.

Este año, por ejemplo, la Morenada “Señorial Illimani” trajo al Grupo “Sombras”, desde Argentina, para amenizar su inicio de actividades. “Los Catedráticos” trajeron a “Supermerk2” y “Don Cumbión”, ambos también argentinos, mientras que “Los Intocables” bailaron con el grupo “La Rosa”, de Chile. La inversión por fraternidad superó los 25 mil dólares.

Los dólares también se van por un tubo al contratar a las bandas. La famosa Poopo, de Oruro, cobra entre ocho y 10 mil dólares por amenizar un ensayo. Por supuesto, hay más baratas, pero la fiesta no es fiesta sin una banda de renombre. El pasante y los organizadores negocian el paquete: tres o cuatro ensayos, la entrada y la despedida.

“Hay que bailar moreno, aunque nos cueste plata”.

Ser “rey moreno” por unos cuantos días no es poca cosa. Los varones gastan unos 400 bolivianos para ponerse la máscara, comprar el terno, en 900 bolivianos, además de la camisa, la corbata y los zapatos.

La vestimenta de las cholas cuesta 800 bolivianos y necesitan dos paradas para la fiesta: una para la diana y otra para la entrada. El precio no incluye el sombrero, los zapatos y, sobre todo, las joyas. El ex dirigente Alejandro Chipana Llaguita estima que en el Gran Poder bailan unos dos millones de dólares en joyas. Mientras las señoras bailan, agentes de seguridad privada vela porque no se las roben.

Disfraces, polleras y ternos alegran las finanzas de pasantes y organizadores: los bailarines no tienen una relación directa con bordadores ni sastres. La intermediación genera ganancias para financiar las otras actividades de la fiesta. “Hasta hay pasantes y organizadores que se vuelven bordadores y les hacen la competencia”, comenta Huascar Mantilla.

Además de la vestimenta que llevarán durante los días de fiesta, los bailarines deben pagar sus aportes para contratar la banda y el costo de los ensayos.

“Cuánto tienes, cuánto vales, amor mío”. La economía capitalista no baila sola en el Gran Poder, hace pareja con la llamada economía andina. Hasta antes de la llegada de los españoles, en los Andes funcionaba el intercambio, el que aún pervive en muchas ferias rurales.

El presidente de la Asociación de Conjuntos del Gran Poder, Fernando Valencia, explicó que el pasante con los organizadores manejan la economía capitalista, mientras que el mismo pasante con los presidentes honorarios se relacionan por el sistema de la reciprocidad. El pasante recibe aportes en cerveza, recuerdos y otro tipo de insumos para la fiesta, los que devolverá al nuevo pasante.

Pero no cualquiera puede ponerse la banda de pasante de la morenada. Huascar Mantilla descubrió que éste es un club exclusivo de quienes son parte de las redes sociales que sustentan estas fraternidades: hijos de emigrantes rurales, dedicados al comercio o al transporte y con gran prestigio en el grupo.

“El prestigio está determinado por la capacidad de gasto en la fiesta”, afirma. Fernando Valencia. “Cuánto tienes, cuánto gastas, amor mío…”.

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